/Crónicas///

Dälek – Madrid (27/10/2008)

MC Dälek y Oktopus
8.8
Wurlitzer Ballroom, 3/4 de sala
Precio: 10 €

Meter con apenas dos semanas de antelación el número de gente que terminaba agitando la cabeza con el concierto de Dälek tiene mucho mérito. Seríamos menos de 80, pero con un ambiente tan acalorado y entregado bien parecía que había miles. Y eso que para empezar con mal pie hubo un retraso de más de media hora en la apertura de puertas (¡un lunes!). Aunque tampoco es que la gente estuviera ansiosa por entrar y ver a los teloneros. Eso nunca pasa.

Además en esta ocasión teníamos enfrente un telonero con un sonido muy difícil a la hora de conquistar con una primera toma de contacto. Su avant garde percutivo al menos se alió con la lluvia para congregar unos pocos más de futuribles seguidores, que junto a los que ya había se quedaron a medio camino entre la sorpresa, el respeto y no entender nada de nada. La propuesta era quizás excesivamente ruidosa y alocada para la labor de telonero, pero el elemento primitivo de la percusión dotó de mayor luz a su sonido. Su idea de avant garde quizás deba viajar precisamente más entre la percusión, para así terminar construyendo algo más propio y compacto. Para la próxima…

Tras la corta actuación de los tímidos Baalte, la sala nos sorprendió con un rápido cambio de material que nos puso a Dälek encima del escenario en apenas 15 minutos. El MC Dälek se puso al frente cayendo ligeramente a un lado. Al otro su técnico de sonido, del que quizás esperábamos más guitarra eléctrica que otra cosa, y detrás el gran (en todos los sentidos) Oktopus.

De la boca de Dälek salían solamente frases escupidas a conciencia y con sentimiento. Nada salía por cumplir. Sólo había que estar cerca de el para comprobar cómo apretaba la mandíbula o cerraba los ojos. Igual o peor Oktopus detrás, en estado de trance constante, daba miedo con sólo ver cómo su violento y constante baile lo poseía.

Un espectáculo visual que contó con un apoyo perfecto en unas bases extremadamente saturadas y una sala cuyo equipo de sonido reaccionó perfectamente a la maraña de ruido y potencia de la que se hacía gala esa noche. Todo ello contribuyó a que el repertorio del disco que sale en enero nos pareciera bien, pero nos falto mucho del material previo a la hora de rematar un concierto que por ambiente y por sonido lo tenía todo para terminar una cosa de calidad mayor.

Nos guardamos, eso sí, momentos prácticamente inmejorables como «Ever Somber» o «Paragraphs Relentless», aunque si hubo un momento de nivel extremadamente satisfactorio fue el del trance y rabia de «Spiritual Healing». Espectacularmente potente y desgarrador, como la mayoría del evento. Estos chicos volverán, y esperemos que con un guitarrista, que es lo que mayormente nos faltó.

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27 de octubre de 2008