/Crónicas///

Triunfal segunda edición del madrileño DCode, un festival que ha mostrado mucho en lo que mejorar como era de esperar por su juventud, pero también muchas cuestiones que han resuelto mejor que algún otro festival histórico. De lo primero hay que tirar de las orejas sobre todo por la cantidad y disposición de baños en el recinto, suficiente justo para la jornada que nos ocupa pero totalmente insostenible ante la avalancha de público de la jornada final. Por otro lado nos encantó poder disfrutar de nitidez y volumen durante sendas jornadas, algo que pocos festivales han conseguido en cualquiera de sus ediciones.

De lleno en el festival llegamos a los últimos acordes de una de las bandas indies que más han hecho por la castellanización del género. Niños Mutantes tuvieron que luchar con un Sol en todo lo alto que seguramente no merecían por legado y por discos como «El Sol de Invierno». Después ocurrió algo similar en cuanto temperatura con el concierto de Dorian, cuya propuesta seguramente habría funcionado mejor con algo de ganas de baile y con un cartel más asociado a su género. Curiosamente el concierto de los madrileños coincidió con un desolado escenario secundario en el que Dinero tuvieron que bailar con la más fea. Los norteños llevan un par de años cosechando éxitos de público en todos los festivales pero en DCode no sucedió lo mismo, aunque hay que reconocer que a este power trío le dio igual y volvió a sudar la gota gorda con esa propuesta a medio camino entre el indie más edulcorado y el rock alternativo más guitarrero.

Las citas más importantes comenzaban con el dúo noruego Kings of Convenience, que volvieron tras su paso por el escenario grande del festival Primavera Sound. La primera parte del set se centró en Erlend Øye y Eirik Glambek Bøe interpretando sus canciones más calmadas, de las que inevitablemente nos tenemos que volver a quedar con «Me in You» y «Cayman Islands», sobre todo gracias al magnetismo del peculiar Erlend (estuvo luego vendiendo camisetas fuera del recinto). La segunda parte del set llegó ya con la banda al completo, lo que ayudó a romper la monotonía del set inicial aprovechando la magia especial cosechada con el anochecer madrileño. Con poco tiempo para visionar el concierto movido de The Shoes repetimos en el grande con unos perros viejos que siguen sabiendo como se hacen las cosas. Hablamos de dEUS, acostumbrados en Europa central a llenar los escenarios más grandes, no titubearon ni un segundo en su labor de semicabezas de cartel rockeros de la noche. Los temas de «Following Sea» parecen encajar a la perfección con el resto y es una gozada poder comprobar como el carisma y la energía de Tom Barman no se ha relajado ni una pizca con los años. Nos tenemos que quedar con «Suds & Soda», «Fell Off The Floor, Man» o «The Architect».

El cambio de tercio nos llevó al escenario pequeño, donde se colaba una semidesconocida Kimbra con un horario a priori bueno pero que podría haber hecho sufrir su concierto del síndrome de «me quedo a coger sitio para Sigur Ros«. El resultado de la actuación de la neozelandesa fue quizás el de una de las grandes triunfadoras del festival con una propuesta en vivo que ganaba en pegada, crudeza y ganas con respecto a un disco que ya de por si cuenta con grandísimas canciones pop. El espíritu vocal del mismísimo Michael Jackson se unía al de una presencia escénica digna de compañeras como Karen O para hacer mover mucho a su público y dejarnos noqueados con sus dos mejores temas para cerrar: «Settle Down» y «Cameo Lover». Verdaderamente mucho talento.

Y con esto llegábamos al momento valle de la jornada, ya que aunque evidentemente el concierto de Sigur Rós era el más esperado de cuantos acontecían en la jornada inaugural de DCode 2012, su propuesta de post-rock ambiental y calmado suponía muchas dudas con respecto a lo que supone actuar en un festival. A Jonsi y al resto de su banda, que presentaban «Valtari», le dio igual todo esto y nos regalaron un concierto sorprendente incluso para los que íbamos sobre aviso. Es cierto que el minutaje fue muy corto para sus seguidores acérrimos y que verlo en un teatro era lo apropiado, pero las dimensiones gigantescas del recinto y la generosidad del volumen provocaron que no hubiera molestias excesivas entre el que quería disfrutarlo al máximo y el que estaba de paso.

Del repertorio hay que remarcar sin duda el inicio de concierto, tenue y oscuro con «Í Gær» pero en seguida luminoso y bello con «Ný Batterí» de un «Ágætis byrjun» que siempre apareció en el setlist era para sacar el concierto de los momentos más lineales. También destacaron en ese aspecto temas como «Hopipolla» o «Sæglópur«, que oxigenaron un repertorio que por momentos pudo caer en el aburrimiento esperable a esas horas de la noche. Salieron triunfalmente del festival, y que conste que yo no habría apostado por ello.

El cierre venía de la mano de las distintas visiones del ruido más salvaje, primero con Triángulo de Amor Bizarro arrasando una vez más a golpe de distorsión y de letras irreverentes, después con unos Justice mucho más lineales que los que nos habíamos encontrado con su debut discográfico. A los gallegos de Triángulo de Amor Bizarro les dio por presentarnos dos o tres temas nuevos que parecen seguir la línea de sus dos trabajos, aunque quizás con algo más de presencia melódica en las voces. De los temas de siempre pudimos cantar más que nunca aquello de que «el mejor sitio para descansar es la Universidad» mientras la propia Isa se acordaba como de costumbre de nuestra querida Esperanza Aguirre. Del lado de los franceses de moda pudimos disfrutar de un show a priori deslumbrante, con una pila de amplis Marshall (de cartón piedra) y la tradicional cruz, que al final terminó aburriendo por el poquísimo aporte visual. En lo musical sonaron mucho de los dos discos, pero se abusó demasiado de mezclar sus hits («D.A.N.C.E.» y «We Are Your Friends» sobre todo) con el resultado de un quiero y no puedo festivo que dicen si consiguieron en Primavera Sound. Con todo y con eso fue fácil aguantar todo el concierto despierto y bailando, que para algo son capaces de crear verdaderos himnos electrónicos.

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14 de septiembre de 2012