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Moonspell – Bilbao (04/11/2017)

7.6
Santana 27, 150-170
Precio: 23 / 28

Los portugueses Moonspell llegaban a Bilbao para presentar un disco editado el día anterior, es decir, coincidiendo con la primera fecha (en Santiago) de su gira española. Teniendo el disco un fuerte motivo conceptual que nos llevaba además a pensar que requería una interpretación en su totalidad, la jugada parecía arriesgada incluso para una banda de su trayectoria y base de seguidores. ¿Conseguirían Moonspell dejar satisfechos a sus fans? Esta era la incertidumbre de la noche.

Abrirían fuego Norunda, una banda que se mueve a caballo entre Galicia y Portugal orientada al thrash metal más clásico, con un pie en los 80 y otro en los 90. Además de recordarnos a las típicas bandas del género, o sea, los Big Four del thrash metal, podríamos decir que por momentos tiran a rock alternativo y también meten algún deje instrumental má técnico. Una propuesta correcta a la que le falta chispa en las melodías y algo de personalidad aún. Ante unas 50 personas al inicio que se acercaron más a 100 al término de su set, hicieron buena presentación ante la parroquia metalera recordando que en febrero vuelven a la misma sala teloneando a The Haunted. Así que parece que padrinazgo no les falta.

Después llegaría el turno de los también lusos Bizarra Locomotiva, uno de esos teloneros que en realidad son de culto pues llevan, como la banda grande de la noche, desde los 90. A buen seguro imprescindibles de la escena industrial portuguesa, fue patente el casi total desconocimiento de su música por estos lares. Ataviados como un freak show típico del gótico-industrial (pintura corporal tipo betún, máscaras, maquillaje de terror y hasta una versatil bolsa de basura que el vocalista llevaba a modo de falda-pantalón) y bebiendo de referentes como los primeros Nine Inch Nails, White Zombie o incluso Rammstein, se mostraron ora marciales, ora más bailables, pero casi siempre haciendo gala de ritmos machacones y oscuros. Si bien el portugués les da un rasgo de distinción y hay que destacar la entrega (excesiva) del vocalista contoneándose entre el público a pie de pista, su limitación melódica fue patente. Se puso especialmente en evidencia en «O Anjo Exilado», el tema en el que salió Fernando Ribeiro a colaborar y que fue, exactamente, como el resto.

A las 22:00 puntuales aparecieron Moonspell a escena. Para ser más exactos le dieron al play de la intro de su nueva obra «1755», mientras escrutábamos el decorado. Un par de cruces, una recta, otra tumbada y un atrezzo de órgano tubular retorcido que haría de atril para el teclista, destacaban en el escenario ante un telón con ruinas lisboetas. Como después nos explicaría Ribeiro, que graciosamente se disculpó por su español aunque «es mejor que vuestro portugués», el disco está basado en el terremoto que sacudió la Península Ibérica y especialmente la por entonces muy pía Lisboa en el año señalado, por la fecha de todos los santos. Una historia fascinante que toma forma de catástrofe bíblica pero en real y que es todo un caramelo para una banda de metal gótico.

Estas temáticas empezó a desgranar la banda en sus nuevas canciones íntegramente en portugués, con un Fernando Ribeiro al frente, que apareció ataviado con una máscara de cuervo. Gabardinas negras y sombreros, la ambientación gótica estaba garantizada. La batería inicialmente se comió un poco al resto de sonidos, pero pronto la cosa se equilibró y podemos hablar de un claro concierto de menos a más. Hay que reconocer que era una gira tan valiente como seguramente kamikaze, ya que además tocaron el disco recién editado en su totalidad y del tirón en la primera parte del concierto.

Para colmo, «1755» es un disco rico en arreglos y coros operísticos que suenan como pregrabados, algo que deja una sensación de frialdad, especialmente en temas como «In Tremor Dei», en los que estos tienen protagonismo en el mismo estribillo. A destacar en la primera parte «Desastre», que interpretaron en su versión española, «1 de Novembro» que hizo vibrar al público como si fuera un clásico y esos momentos teatrales de Ribeiro deslumbrándonos con una cruz luminosa o evocando la Lisboa post-apocaliptica con su farol. Alteraron levemente el orden del disco para terminar con la versión «rock» de «En Nome do Medo», que ya había sonado como intro orquestal. En definitiva, es un disco lo suficientemente variado como para salir indemnes ante fans deseosos de escuchar más clásicos de su dilatada trayectoria. Y lo hicieron.

Era turno de ofrecer la recompensa. Primero se pusieron bien de rimmel musical para interpretar dos jaleados temas del «Wolfheart», una excesivamente teatral «Vampiria» y una «Alma Mater» más moderada y llevada a los tiempos modernos. Ni qué decir que, especialmente en estos temas clásicos hubo palmadas y puños en alto con Ribeiro manejando al público a su antojo. Así se fueron del escenario para volver a unos bises obligados protagonizados por la oscuridad más profunda («Opium», «Mephisto», «Full Moon Madness»…), aunque hubo hueco para romper la solemnidad con folk-metal algo desubicado. Una recta final que sin duda enamoró a los fans pero se quedaría algo corta. Como corta se quedó la asistencia, una larga centena y media de asistentes que no es poco para estos tiempos, pero sí que aparece como pinchazo en la espaciosa Santana27.

 

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4 de noviembre de 2017