/Reseñas///

Incubus – A Crow Left Of The Murder

Incubus - A Crow Left Of The Murder portada
Epic-Inmortal, 2004
Productor: Brendan O´Brien
Banda: B. Boyd, M. Einziger, B. Kenney, J. Pasillas II, DJ Killmore

Géneros:

8.8

Incubus es una banda que ha sabido hacer lo que le ha venido en gana disco a disco sin casarse con nadie. De este modo, tras el polémico y relajado Morning View, la banda vuelve a hacer lo que le sale en este disco de enigmático título, algo a caballo entre sus inicios más rockeros y sus últimos jugueteos con la electrónica ambiental y los pasajes psicodélicos y preciosistas. Ya se empezó a escuchar alguno de sus nuevos temas en la gira Lollapalooza 03, que compartieron con glorias de los 90 entre las que ya no desentonan. Tal vez estas experiencias sumadas al sentimiento de mosqueo generalizado ante la guerra de Irak hayan propiciado esta vuelta al rock.

Hablemos de los anticipos. Megalomaniac comienza entre ruidos y susurros cortesía de Kilmore para entrar en una espiral guitarrera donde el chorro de voz de Brandon se mueve como pez en el agua. Un himno progresivo que pasa de la calma a la furia en cuestión de instantes y recuerda a los momentos más exaltados de Morning View como Under My Umbrella. Destaca como anécdota la presencia de tacos en el estribillo, auque sea para decir algo tan aparentemente trivial como «you´re not fucking Elvis». Un video en el que se abordan temas políticos de forma muy «artie» nos deja el mensaje de que la banda no se han convertido a la música contemplativa. Con más efectos burbujeantes comienza Pistola, marcada por unos simples acordes que se repiten creando un ritmo muy adictivo, lo que se suma a una batería intrépida y uno de los mejores momentos en los gorgoritos de Boyd, de los cantantes con mayor personalidad del rock contemporáneo. Inesperados cambios de ritmo en el ecuador de la canción compenetrando rock, psicodelia y funk progresivo.

Parece que el disco se antojaba como algo grande, pero nunca se puede opinar por solo dos temas, que todo hay que decirlo, es preciso escuchar repetidas veces. Así que abordamos el resto del disco. El tema que da titulo al álbum, A Crow Left Out The Murder, comienza con guitarras limpias, para entrar en un ritmo trepidante, un poco en la línea de los ya citados, aunque aquí la mayor gracia esta en un estribillo hiperazucarado directamente escupido de la garganta de Brandon. No hace falta demasiadas escuchas para darse cuenta de la riqueza estilística de un disco en que cada canción es un universo.

Nos reposamos en Agoraphobia, que mantiene cierto ritmo en las estrofas para mediante un puente llegar a un estribillo que demuestra que también saben entrarle al rythm & blues de calidad, enlazarlo con melodías pop y salir airosos. No le va a la zaga Talk Shows On Mute, típico tema de domingo soleado por la mañana, que a pesar de su aspecto inofensivo arremete contra una sociedad anestesiada por la televisión. Beware! Criminal contiene inesperados cambios de ritmo, signo de que la banda mantiene esa capacidad para sorprender, sólo que ahora la utiliza de forma más madura y con una técnica instrumental mucho más refinada. Y es que si decimos que Brandon es el principal reclamo del disco, Einziger se sale del mapa.

Para muchos el corte más sorprendente es Sick Sad Little World, en el que una agitada y vibrante guitarra da paso a un tema esquizofrénico en todos los sentidos en que el ritmo se para y Brandon aparece con un registro de ultratumba que pone literalmente el vello de punta. Notamos el bajo de Ben Kenney mucho más rockero que el de Alex, algo que se mantiene en todo el álbum notándose la ausencia de los slaps característicos de la banda. Einziger toma el protagonismo de la canción creando con ayuda de Kilmore una atmósfera de tintes orientales que recuerda a Aqueous Transmission, pero esta vez se ve enmarañada de riffs psicodélicos de corte jazzístico. No en vano, el disco también tiene un aire setentero innegable. Los coros van poniendo contrapunto a este ejercicio de virtuosismo para volver a la estructura de la canción, ya casi olvidada llegados a este punto.

Apropiado ambiente sureño y relajado para Southern Girl, el segundo tema más lento del disco, de nuevo un escaparate para la cálida voz de Brandon Boyd y la madurez de una banda que a estas alturas hace canciones sin ningún tipo de prejuicio o barrera estilística. Bello final tintineante y aderezado con coros hasta que el ritmo se disipa. Priceless es un tema funk rock que enlaza el disco con sus excitantes inicios en Fungus Among Us. Abre con un aullido que no creíamos posible a estas alturas, ritmos sincopados y mención especial para la sucia batería de Pasillas y el bajo de Kenney, aunque todos los instrumentos se confunden en una vertiginosa batidora rítmica. Agrada saber que Incubus, precisamente ahora que tan asimilados por la industria parecían, se reconcilien con todas sus facetas pasadas.
Las influencias pattonianas en Zee Devil son más que obvias, especialmente en los cambios de registro más bien esquizoides de Boyd, desde una voz impoluta hasta maullar cual gato montés. El espacio para el lucimiento de Kilmore y Einziger no podía faltar aquí tampoco. Made for TV Movie nos hace regresar a algo más convencional, irresistible rock con cierto sonido británico que culmina en un simple estribillo con un registro que personalmente me recuerda a Terrorvision. Los coros como era de esperar, no tardan en venir ni tampoco ese final acústico. Sonido setentero muy groovy introduce Smile Lines, otra canción perfecta para falsetear un rato y que derriba otro handicap para el grupo. A destacar aquí ese sublime y frágil interludio.

Here in my Room es la lenta que parecía no llegar, aunque no es una acústica desnuda de esas a la que nos tenían acostumbrados, sino una balada envolvente con todos los instrumentos amen de orquestaciones y efectos. Y para cerrar el disco Leech, otro tema acelerado en el que no podemos sino observar más toques retro en las guitarras, que nos llegan a recordar incluso a Led Zeppelin cuando toman protagonismo. Así rematan la faena, desvaneciéndose sin previo aviso y dejando con ganas de más. «The ride´s over».

Resumiendo este disco rezuma buen rollo, hiperactividad, calma… una sensación bella pero ácida, dulce pero corrosiva, tranquila pero que muerde cuando menos te lo esperas. En definitiva algo diferente a lo que la banda ha hecho hasta ahora. Una vez más, logran superarse, mientras bastantes compañeros de generación se quedan por el camino.

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1 de enero de 2004