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Mark Lanegan – Blues Funeral

Mark Lanegan - Blues Funeral portada
4AD, 2012
Productor: Alain Johannes
Banda: Mark Lanegan (Alain Johannes, Greg Dulli, Josh Homme, Jack Irons)

Géneros: , , ,

8.0

Parece que ha pasado una burrada de años sin que Mark Lanegan nos presente un disco en solitario cuando pensamos en Bubblegum (2004) y sin embargo, le hemos tenido constantemente activo con Soulsavers, con Greg Dulli y con Isobel Campbell, amén de colaboraciones más esporádicas. El caso es que en el tiempo que media entre un disco y otro, Lanegan ha aprendido a adentrar su voz en texturas electrónicas. Y eso es lo que destaca en la forma de «Blues Funeral» ya que en el fondo encontramos el marcado carácter del músico.

Tal vez sea fruto de su carácter de cara al público, tan impasible y oscuro, pero es que ni siquiera cuando hace música de discoteca, podemos imaginarle dándolo todo entre luces de colores. Sus antros decadentes siempre han sido otros, pero eso no quiere decir que no adquiera tintes camaleónicos esta vez. «Ode to Sad Disco» es más abiertamente dance y 80s que cualquier cosa que haya hecho hasta ahora. Es al mismo tiempo experimento y potencial hit-single, uno de esos que con un poco marketing detrás tendríamos hasta en la sopa. Se excede en cualquier caso en el uso de ritmos tan marcados y le pasará parecido en la robótica «Tiny Grain of Truth» afeando una canción por lo demás interesante y de composición bien encauzada.

Quitando eso, cualquier fan puede llegar a la conclusión de que «Blues Funeral» es puro Lanegan. El single «The Gravedigger’s Song» es continuación de esa faceta de rock alternativo actualizado con misterio y drama que ha cultivado en The Gutter Twins. Aunque en cuestiones de efectismo pop la sorpresa la da con la épica synth de «Harborview Hospital» logrando una equiparación de brillo y emoción, de sublimación de la catástrofe, que nos recuerda a los últimos The National. En esta ocasión los excesos no son tantos y consigue con ello uno de los temas por los que el disco debería ser recordado.

«Bubblegum» fue grabado en pleno apogeo de su etapa con QOTSA y sería por ello lógico preguntar si esta vez íbamos a tener algún número de rock más eléctrico o no tocaba, por el momento en que se encuentra el artista. La respuesta está en los riffs de blues desbocados de «Riot In My House» acompañando un groove contagioso. Una pieza que, por su lúdico carácter, no es difícil de imaginar componiendo junto a Josh Homme, sea o no el caso concreto (Homme participa en el disco y produce Alain Johannes). Lo mismo podemos decir del otro tema potente del lote, «Quiver Syndrome», punk-rock polvoriento que destaca por esa voz ahogada en las guitarras y el color psicodélico de sintetizadores retro usados de una forma bastante atípica en su contexto.

El resto del disco hace uso de la electrónica siempre en un segundo plano y envolviendo a lo que de por sí son buenas canciones. Aquí toca destacar lo pegadiza y divertida que resulta «Gray Goes Black» con sus ritmos disparados sobre un manto colorista. Gracias a esos autocoros de la parte final se convierte en uno de los momentos más luminosos y pop del álbum. «Leviathan» es el reverso peligroso de esta premisa. Entre tanta contención de un disco que se intuye muy medido, destaca salvaje desde el principio con esa querencia experimental sobre la que cimienta un hipnótico blues-rock. Preciosos coros se superponen para redondear con psicodelia la canción.

Nos restan cuatro canciones que son Lanegan hasta la médula. Puede que «Bleeding Muddy Water» sea más caleidoscópica, «St. Louis Elegy» más escalofriante, «Phantasmagoria Blues» más juguetona y «Deep Black vanishing Train» más intimista, pero todas llevan su conocido patrón de blues taciturno. Sin dejar de ser él mismo, a sus casi 50 años se resiste a quedarse en el mismo lugar. «Blues Funeral» es la muestra de que cuando se forja un carácter musical auténtico, se puede salir airoso de casi todo. Los fuegos de artificio con los que Mark Lanegan reviste parte de su nueva obra podrían resultar superficiales para muchos artistas de pop-rock, pero cuando por debajo hay tal sustrato, no hay que temer a la experimentación con las formas.

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1 de enero de 2012