/Reseñas///

Mars Volta, The – Frances The Mute

Mars Volta
Universal/Gold Standard Labs, 2005
Productor: Rick Rubin & Omar Rodriguez-Lopez
Banda: Bixler, Rodriguez-Lopez, Owens, (Flea, Frusciante)

Géneros: ,

7.8

Con nostalgia masoquista recuerdo el momento en que hice la crítica del primer disco largo de los de Texas. Parecía mentira que de la América profunda hubiera salido algo tan… bueno, profundo. Si At The Drive-in supusieron en sus últimos días todo un puñetazo en la cara de las modas musicales, con la irrupción de The Mars Volta pusieron todo patas arriba sumergiendo en ácido a una generación heredera del nihilismo grunge, y el punk y el metal patrocinado por la MTV. Todo un cúmulo de sensaciones desbocadas que salían en torrente de los altavoces. Lo que ocurre en este álbum era un poco de esperar y es que dar otra vuelta de tuerca al sonido de «De-Loused…» suponía pasarse de rosca. Pero en Mars Volta nunca ha sido nada blanco ni negro sino en cientos de colores chillones.

El disco se abre de forma repetina con Cedric chillando absurdeces en castellano y Omar ya hace gala de su maestría a las seis cuerdas como si de un nuevo Jimi Hendrix se tratase. El tema es claramente funk y los bajos no paran quietos como no podía ser de otra forma. La batidora fusionera del dúo es realmente amenazante y nos llegamos hasta el punto de plantear cómo alguien puede ser capaz de hacer este tipo de música en pleno 2005. Sonido épico, funk, disco, dub, rock progresivo, jazz… pura esquizofrenia. Este primer track Cygnus… Vismund Cygnus de trece minutos parece darnos la pista de que el nuevo disco está más orientado a las guitarras y el lucimiento de Rodriguez, tanto en los momentos calmados como en los más tormentosos.

Frances The Mute supone otro paso hacia la total liberación de la banda. Lo que hacen puede parecerte pretencioso, grandilocuente, endiosado o simplemente demasiado raro pero nunca se les podrá acusar de ceder a presiones de la casa de discos, porque un sólo vistazo al irregular tracklist y los respectivos tiempos basta para ver como se pasan por el forro estructuras y patrones. Al menos el single, The Widow, tiene una duración de menos de seis minutos, comedida dentro de lo que cabe. Se trata de un medio tiempo instrospecivo e incluso bluesy que podría durar sólo tres si no fuera por la tremenda, y molesta porque no decirlo, ida de olla a base de ruidos y órgano que se extiende hacia su final.

L´via l´viazquez vuelve a los patrones del primer tema, todos los instrumentos en una tensión estremecedora, más castellano bastardo y un sonido que entrecruza ciertas épocas de Prince y Santana con gente loca de la talla de Mr. Bungle o Frank Zappa y un rollo «latin» muy acentuado que al final se desarrolla de nuevo hasta algo un poco cansino. Mención especial para la voz de Bixler cada vez mejor explotada a pesar de lo irrisorio de su letra para los hispanoparlantes. Respecto a los momentos instrumentales del disco, no es que sean malos, sino que nos hacen perder el hilo, resultando así el todo un conjuntos de momentos hiperestridentes y otros anodinos que sobresaltan pero no agradan mucho a largo plazo.
Le sigue Miranda That Ghost Just Isn´t Holy Anymore, otro tema de trece minutos que pasa sin pena ni gloria. No está mal, pero una balada tan larga… tal vez como final del disco no estaría mal, pero corta todo el ritmo. Después, Cassandra Gemini, tema especialmente narcótico, con Cedric imitando a un Jimmy Page totalmente drogado para después tomar el micrófono un marciano con la garganta rota. El tema toma apariencia de orquesta tocando en un crucero espacial con mención especial para la aparición de trombones. Tarantism también sigue una estela muy setentera en una onda Led Zeppelin desatados entre corrientes de electricidad flotando en la galáxia. Mi medicación bien, gracias. Plant A Nail In The Navel Stream sigue un sonido similar en un pose más épico y es que si alguién pudiera reclamar el concepto de ópera-rock en estos tiempos serían este par de freaks que se rodea eso de sí de geniales instrumentistas.

Tras este compacto bloque comienza un poco lo que conoceríamos vulgarmente por el desfase total. Aquí ya el cantante aparece de pascuas a ramos y se queda Omar dando rienda suelta a excentricidades y obsesiones varias. Famine Pulse es aún con todo una canción propiamente dicha aunque cualquier resquicio de estribillo queda lejano entre marasmos de voces susurradas, paranoicas, bajos y guitarras escurridizas, etc. Pisacis (phra-men-ma) y Con Safo son las continuaciones lógicas, calmandose las guitarras y apareciendo los instrumentos de viento en pos de un ambiente de jazz decadente que alcanza las mejores cotas en la demostración hard-rockera de sus últimos segundos para entroncar con Multiple Spouse Wounds, 43 segundos de repetición del más esquisito estribillo del disco. Menos de un minuto también para la mejor balada del disco, Sarchophagi.

Este saber, poder y no querer, seguramente aumentará su ego como músicos íntegros y toda la parafernalia artie que ello conlleva, pero sin duda a más de un oyente traerá por la calle de la amargura. En total, Mars Volta entrega un disco en el que el latin-jazz abraza el hard-rock progresivo de tintes funkies y la experimentación en forma de post-emo, si es que alguién sabe que coño es eso. Arriesgado por supuesto… errado? el público tendrá que decidirlo, aunque tal vez The Mars Volta apunte en la actualidad a uno muy diferente al que naturalmente sigue su carrera. Más adulto, de oídos más curtidos y sobre todo con mucha mucha paciencia. La calidad sigue siendo abrumadora pero la ausencia de algo que el oyente pueda corear o tararear es exasperante. Irregular es lo que mejor lo define y aún así no deja de ser notable.

Contenido relacionado

1 de enero de 2005