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Mastodon – Blood Mountain

Mastodon - Blood Mountain portada
Reprise/Warner, 2006
Productor: Matt Bayles
Banda: Brent Hinds, Troy Sanders, Bill Kelliher, Bränn Dailor

Géneros: , ,

8.2

Mastodon, una de las pocas bandas en la que el miembro más conocido es el batería, consiguieron algo que parecía imposible. Su segundo disco, «Leviathan», fue toda una revelación en los circuitos metálicos que gracias a sus toques de sludge, hardcore y rock progresivo, llevó el metal extremo a una amplia audiencia. Tanto fue así que la banda decidió abandonar Relapse y probar en una multinacional como Warner y este «Blood Mountain» es el resultado de una nueva expedición del cuarteto, otro viaje a través de la fantasía y del metal desgarrador que no deja indiferente.

El disco comienza con dos arrolladores pelotazos que declaran que la banda no se ha ablandado tras su paso a la multinacional. Es el caso del thrashcore de «The Wolf is Loose» o «Crystal Skull». ambas con un tono apocalíptico, repletas de riffs diabólicos, solos laberínticos, baterías frenéticas y voces desgarradas con recodos melódicos. En la segunda participa además Scott Kelly de los influyentes Neurosis, una muestra más de por qué son la banda de metal más importante del momento.

Ecos del mathcore con el que convivieron en su antiguo sello encontramos en la alterada «Capillarian Crest» con guitarras punzantes, disonancia y atropellamiento a lo Dillinger Escape Plan. Los Melvins o Fantômas salen a relucir en la desquiciada «Bladecatcher» y sus efectos electrónicos. Temas que dejan fuera toda duda de su depurada técnica instrumental. Aunque eso sí, que quede claro que saben hacer metal rudo, de base ochentera. Ejemplos en «Hunters of ths Sky» o «Hand of Stone» o las ralentizaciones del averno de «Circle Cysquatch».
Hay hueco para una parte donde el aspecto progresivo o la melodía lucen con más fuerza. Así sucede en «Sleeping Giant» que se adentra en sugerentes e hipnóticos terrenos deudores de Black Sabbath. Esta tendencia al stoner más movedizo cuenta en «Colony of Birchmen» con uno de los invitados más lustrosos del género. Todo un Josh Homme ayuda a que este séptimo track suene a metal grungero, derrochando acidez melódica y pegadizas guitarras. En cambio es a una band como Porcupine Tree a la que recuerdan en la instrumentalidad con arranques rockeros y voz dulce de «This Mortal Soil».

El final del disco lo marca otra colaboración, tal vez más curiosa incluso que las citadas. Cedric Bixler-Zavala y Ikey Owens (The Mars Volta) ponen voz y teclados respectivamente en «Siberian Divide» y «Pendulous Skin», comulgando con un oscuro metal tan ajeno a sus tesituras habituales. El cantante aporta sus agudos de otra dimensión a una atmósfera de corte místico, mientras el teclista ayuda con una curiosa y decadente base sobre la cual entonan entre inacabables solos, lo que podría ser casi un tema tradicional americano (pose etílica incluida). No hay que olvidar que hay vikingos en Atlanta.

«Blood Mountain» es algo más que una digna continuación de «Leviathan». Es otra obra conceptual, que aunque sufre de menor cohesión lo suple con heterogeneidad. Probablemente será recordada por las legiones metaleras en los tiempos venideros y como su antecesor, es lo suficientemente lúcido para agradar a amantes de sonidos extremos, seguidores del rock progresivo y en general un amplio espectro de oyentes de rock sin domesticar.

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1 de enero de 2006