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Wild Honey – Big Flash

Wild Honey - Big Flash portada
Lovemonk, 2013
Productor: Tim Gane
Banda: Guillermo Farré

Géneros: , ,

7.9

El segundo trabajo en larga duración de la banda bajo la que se esconde el proyecto personal de Guillermo Farré, ve la luz casi cuatro años después de que aquel sugerente “Epic Handshakes and a Bear Hug” apareciese en pleno 2009, y nos mostrase en solitario al que hasta entonces conocíamos por ser el bajista de los madrileños Mittens. Ese debut le puso en el mapa como un compositor amante de lo artesanal, con un gusto de evocación claramente 60´s, y que apostaba por los detalles como forma para arropar sus delicadas y soleadas canciones folk. Mezclado aquel trabajo por nada menos que Brad Jones en Nashville, para este nuevo Lp Guillermo no se ha andado con remilgos y ni corto ni perezoso descolgó el teléfono para ofrecer la producción de su mucho más ambicioso segundo disco, a todo una eminencia del pop-rock más avanzado como Tim Gane de Stereolab. Buscando la brillantez y el cuidado del que pueden presumir las producciones de Tim al frente de su banda, hay que sentenciar, así de primeras, que con “Big Flash” el resultado ha sido todo un éxito, logrando que este disco sea desde ya uno de los mejores regalos que nos llegan para degustar ahora que, esperemos, llegue de una vez por todas el buen tiempo.

La expansión sónica experimentada por Guillermo en Berlín durante la grabación del disco se hace palpable desde el primer segundo de “An Army of Fat Synths”. Pese a no ser explícitamente potente, sí que hay algo ya desde esta pieza que nos muestra con evidencia el paso adelante que Farré quiere dar en pos de un álbum de mayor colorido y riqueza, y me atrevería a decir que pegada. El soft-pop de claras reminiscencias folk continuará siendo el pretexto sonoro del artista, pero seguramente ya no es el único objetivo al que llegar. “The Kite and Captain John” es pura esencia sesentera y nos manda directamente allá donde el pop esplendoroso, los coros chispeantes, y la somnolencia del  sol de media tarde, se funden con el relax que crean los esmerados arreglos de evocación tropical. 

Con Stereolab o Broadcast como evidentes influencias, pero sin olvidar ni por qué llama a su proyecto como a un Lp de los Beach Boys, en este disco Wild Honey deja aflorar sus tajantes melodías dándoles una nueva vitalidad apoyada en el peso de un mayor concepto de banda. Momentos como “It´s All in the Film”, “Gothic Fiction”, o “The Nelyweds”, lucen como notables canciones de pop apacible que por un segundo podrían hacerte pensar en un buen montón de bandas escocesas. Sin embargo esa no es la coartada de este “Big Flash”, y al segundo siguiente ese pensamiento desaparecerá, recordaremos que seguimos en la playa, que esas bandas son de un lugar donde llueve demasiado, y que esa es una circunstancia que ahora no nos interesa. 

Sin pecar de linealidad en ningún momento, las canciones de “Big Flash” las separo en los siguientes grupos: las arregladas y levemente psicodélicas piezas pop de las que venimos hablando; los deliciosos intentos marcianos de “My Memory May Also Be a Wish” o “Rogério Duprat Looks Out The Window”, donde priman arreglos de violín, flauta, y sintes, y donde referentes actuales como Tame Impala o Youth Lagoon pueden cobrar peso como bandas afines; y por último un tercer grupo en las que un servidor denota de forma fantasmal la figura de un renacido Elliott Smith, que pareciese tener ganas de alejarse de aquella otra vida llena de depresión y cuchillos. 

El sonido de oleaje nos sitúa en “See How Hard My Heart Is Bating” cerca de ese mar que nunca hemos abandonado a lo largo del todo el Lp, y en “Tooth Tree” el estribillo susurrado nos confirma que el espíritu del trágico cantautor de Omaha sobrevoló de un modo u otro el aire que Guillermo respiró mientras componía estas canciones. Llegados a “Scissors in Hand” nos alarmamos por la leve oscuridad que aparece en escena, y es que preferiríamos no tener que pensar en los extraños accidentes que ese afilado instrumento que mencionamos antes puede llegar a ocasionar… Eso sí, no dejamos de disfrutar por ello de la canción, e incluso ya puestos silbaremos gustosamente al final mientras recordamos que la vida está para disfrutar de ese sol que, si ahora andaba escondido, no tardará demasiado en salir. 

“Cleopatra” cierra un disco muy completo que debería permitir a Wild Honey dar un paso adelante en su camino hasta los puestos elevados del indie (sea lo que sea eso hoy en día), y mientras vemos atardecer a ritmo de su ukelele, no podemos sino imaginar un directo donde “Big Flash” puede llegar a cotas que quizás su predecesor no permitía alcanzar. Esto, junto al arsenal de pop estival que alberga en su interior, serán las armas de un trabajo con gran recorrido que deberá confirmarse en unos próximos meses que sin duda se presentan apasionantes.

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1 de enero de 2013