/Reseñas///

Woven Hand – Mosaic

Woven Hand - Mosaic portada
Sounds Familyre, Glitterhouse, 2006
Productor: David Eugene Edwards
Banda: David Eugene Edwards, Ordy Garrison

Géneros: ,

8.7

Un año hace ya que David Eugene Edwards disolvió a los estupendos 16 Horsepower, y cuatro desde la aparición de su canto de cisne, «Folklore». En todo este tiempo, este geniecillo de Denver no ha estado ocioso, sino que ha lanzado nada más y nada menos que cuatro discos de su su ahora banda madre (aunque proyecto en solitario sería quizá más exacto), Woven Hand, relegada a grupo paralelo mientras existieron los Horsepower. La música de Woven Hand tiene una componente bastante más oscura, mística y folkie que la de la anterior banda de Edwards, cosa que ya se veía venir en los últimos discos de éstos y que ha sido una constante en toda la trayectoria en solitario del creador de este «Mosaic».

En ese sentido, este cuarto disco no se separa mucho de la tónica habitual en la música y letras de Edwards. Así, las continuas referencias a la religión, la pérdida y la redención (casi mesiánicas en muchos casos) son frecuentes; mientras que en el apartado musical continuamos encontrándonos con una heterogénea amalgama de country, americana y folk, de raíces tanto europeas y arábigas como del nuevo continente. Pero eso no impide que la propuesta siga siendo original y estimulante, a la que deberíamos añadir (o al menos resaltar) en esta nueva entrega el calificativo de «inquietante».

«Mosaic» se abre con una tensa intro para dar paso seguido al mejor tema del disco. Edwards no se anda con condescendencia hacia el oyente, «Winter Shaker» es toda una oda catártica a la emoción humana, proveniente de un profundo abismo que parece beber tanto de ritos indios como de oscuras ceremonias budistas. Sin respiro, los teclados medievales de «Swedish Purse» siguen con el trance; una vez terminada la gran obertura viene la aparente calma del desarrollo. «Twig» sirve de atmosférica transición hacia terrenos más tradicionales explorados en Horsepower, cosa ni mucho menos menospreciable en la melancólica «Whistling Girl». De nuevo, la incómoda calma: «Elktooth» nos hace llegar enigmáticamente al ecuador del disco.
«Bible And Bird» es lo más «feliz» que podemos encontrar en el álbum: un apacible tema instrumental que remite nostálgicamente a aquella California que parece querer esconderse tras las montañas, ajena a tanta oscuridad. La leve sonrisa debe disolverse ante «Dirty Blue», gran ejercicio de alt.country guiado por la trágica voz del violín; y sobre todo ante la extraña «Slota Prow – Full Armour», corte experimental cantado a medias en ¿checo?¿polaco? con un éxtasis final a base de teclados que te sacude súbitamente tras una inquietante melodía nocturna. «Truly Golden» parece invitarnos a la reflexión tras tan brusco choque emocional, mientras que «Deerskin Doll» parece querer terminar el disco con cierta ironía, cosa que se va diluyendo de nuevo en la más ardua de las desesperaciones. Finalmente, podemos elegir dos finales: la parte inocente e instrumental de «Little Raven», o dejar correr los segundos para escuchar los fantasmales coros de Edwards en la segunda parte del tema.

Conclusión: otra obra cumbre en la carrera de esta luminaria del folk más deprimente, aquel que ha venido a etiquetarse como «death folk» o «gothabilly» (elijan lo que más estúpido les parezca). Para mí simplemente es un músico que ha sabido trascender las fronteras de su género y gustar a un público más o menos heterogéneo, dentro de las limitaciones populares que tiene su música, bastante alejada de las modas actuales y de los hits radiofónicos. Pero estoy seguro que de si aceptas las reglas, puedes convertirte en un adepto de la música de David Eugene. Seguiremos en contacto.

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1 de enero de 2006