/Reseñas///

Woven Hand – Ten Stones

Woven Hand - Ten Stones portada
Sounds Familyre, 2008
Productor: David Eugene Edwards & Daniel Smith
Banda: David Eugene Edwards, Pascal Humbert, Ordy Garrison, Peter van Laerhoven

Géneros: ,

8.1

Ajeno a los propicios vientos que soplan para el country y el sonido americana en general dentro de la escena indie estadounidense, David Eugene Edwards ha regresado puntualmente de las praderas dos años después de la aparición del magnífico “Mosaic” para volver a sacar a ondear el lado más oscuro del far west con su quinto álbum junto a Woven Hand: “Ten Stones”.

Y digo ajeno porque a pesar de ciertos orígenes comunes, la música del de Denver sigue yendo a contracorriente en contraposición a los cánones que marcan las ventas y las tendencias del rock y el folk actuales; o lo que es lo mismo, es demasiado oscura, personal e intensa como para triunfar a un nivel mayor. Nada nuevo para el seguidor de 16 Horsepower y la banda que ahora nos ocupa, conocedor de las inquietudes místicas y espirituales de su creador, que se cifran en un universo musical de alto componente experimental y étnico, y quizá por ello, un tanto difícil para el no iniciado.

En el caso que nos ocupa en concreto, el de la música encerrada entre los surcos de “Ten Stones”, las constantes antes expuestas siguen intactas, pero esta vez se muestran unos ciertos atisbos de apertura, o al menos de acercamiento a estándares menos crípticos, que se perciben en nuestros oídos bajo el nombre de ‘rock’. Y es que este nuevo disco es de largo el que más se acerca a este término dentro de la discografía de Woven Hand, e incluso podría decirse que es el álbum más rockero de Edwards desde “Secret South”, perteneciente a su anterior banda.
Buen ejemplo de ello son la inicial “The Beautiful Axe”, “Not One Else”, “White Knuckle Grip” o la sorprendente “Kicking Bird” (el tema más punk que Edwards haya compuesto jamás), verdaderos trallazos de country rock que desconcertarán a los fans que esperaban otra obra de sonoridades hipnóticas y misteriosas; algo que supone un soplo de aire fresco y una declaración de inconformismo y huída de la reiteración dentro de una música de parámetros muy marcados.

Pero lo que quizá sea más desconcertante es que estos temas encajan a la perfección con otros que continúan explorando los hallazgos sónicos de “Consider the Birds” y el ya mencionado “Mosaic”; que van desde esos desoladores medios tiempos como “Horsetail” o “Cowhakin Road” que probablemente constituyan la esencia de lo que son Woven Hand, hasta la balada mortuoria representada por “Iron Feather”, experimentos más atmosféricos como “Kingdom of Ice” o “His Loyal Love” y hasta momentos de excentricidad como la versión de “Quiet Nights of Quiet Stars”, famosa bosanova compuesta por el brasileño Antonio Carlos Jobim y que Edwards consigue hacerla suya a pesar de las evidentes diferencias entre estilos.

Quizá le falte al conjunto de canciones un tema del impacto emocional de “Winter Shaker”, y probablemente el disco no alcance el nivel de su predecesor, pero no hay duda de que David Eugene ha vuelto a grabar un muy buen álbum, consecuente con lo que ha sido su carrera hasta el día de hoy y muy consciente de cuál es la música que saber hacer mejor, pero además dándole un nuevo impulso eléctrico que proporciona un cierto aire de novedad y que propicia que volvamos a esperar gustosamente otros dos años para escuchar más secretos de la América profunda.

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1 de enero de 2008