/Crónicas///

La segunda y, a la vista de los horarios, a priori más completa jornada de Monkey Week 2015 padeció las inclemencias de la lluvia un año más. El escenario gratuito de la Plaza de Alfonso X sufrió varias cancelaciones que obligaría a la organización a reubicar grupos más tarde, con el consiguiente problema de no saber muy bien quien tocaba allí en cada momento; mientras que todo el escenario del Muelle de Vapor pasó al espacio cubierto de La Martina… retrasándose su programación hasta seis horas. Haciendo cábalas, cuadramos lo mejor posible estos imprevistos y nos sumergimos de nuevo en el festi…

 

SÁBADO

Una vez levantados y desayunados, nos fuimos a probar suerte al encantador espacio de Happy Place. La destartalada casona que fue todo un descubrimiento y un acierto del año pasado inauguraba su programación con un concierto sorpresa por todo lo alto: la presencia de J y Manu Ferrón en su patio nos indicaba que íbamos a presenciar una breve actuación de Grupo de Expertos Solynieve. Situados a un escaso metro de la pareja, sudando y apretado por la cantidad de gente que se arremolinaba en el salón, disfrutamos de varios de los clásicos del supergrupo granaíno, aperitivo de lo que desgranarían la noche siguiente en la Mucho Teatro. Visto el concierto del día siguiente, hemos de decir que preferimos este primer adelanto, entrañable y en familia.

Nos dirigimos luego a hacer el primer tanteo a las Bodegas Osborne, lugar donde se encontraba la feria musical y dos pequeños escenarios SON Estrella Galicia y Ampersand. Por pura casualidad, nos topamos con uno de esos grupos extranjeros que parecen residentes en nuestro país por sus continuas giras por aquí: Delorentos. Los irlandeses nos certificaron en directo la idea que ya teníamos de ellos mientras deambulábamos por los stands: un grupo correcto, apacible, con buena técnica pero poco más. Mejor impresión nos dieron Bye Bye Lullaby, formación salmantina de folk rock clásico en la que destacaba la voz de su cantante femenina.

Ambiente Bodegas Osborne

Tras almorzar y descansar un poco para poder afrontar la tarde y la noche, nos resguardamos de la lluvia en el totémico bar Santa María, en cuya segunda planta tocaban The Purple Elephants, grupo de pop-rock que, a pesar de los intentos de su cantante, no pasaron de entretenidos. La cosa mejoró en El Niño Perdío, pub con apariencia de vieja taberna con chimenea ante la que actuaron los bilbaínos Señores. Su mezcla de noise y emo noventero caló en nosotros y nos retrotrajeron en cierta manera a los noventa. Siguieron Siberian Wolves, que comenzaron psicodélicos y espaciales en la sala Gold, lastrados por un sonido infernal que soltaba acoples a tutiplén y dañaba los oídos. Tras bajar un poco el volumen, disfrutamos mejor de su concierto que fue derivando hacia un rock casi punk que nos satisfizo igualmente.

Nos movimos después a la Mucho Teatro para disfrutar del plato principal de Monkey Week para algunos, que lamentablemente se quedó un poco a medias. Steve Wynn apareció en solitario sobre un escenario abarrotado de instrumentos, haciéndonos creer que íbamos a disfrutar de banda completa interpretando el clásico «The Days of Wine and Roses». Pero no resultó así, y tras tocar en solitario «Tell Me When It’s Over», únicamente salió su amigo Paco Loco a acompañarlo con la guitarra rítmica. Lo gozamos con canciones enormes como «Halloween» o el tema título del álbum, pero nos quedamos con ganas de mucho más en un concierto de cabeza de cartel que apenas rebasó además los cuarenta minutos.

Hölograma

Más tarde nos dirigimos a por a La Martina para catar fin la programación auspiciada por Jägermeister. El Viernes estuvo marcado por la electrónica, primero con unos locales Holögrama ofreciendo un sugestivo kraut espacial y más tarde con el house y los sonidos más bailables de Olde Gods. Entre medio de ambos, disfrutamos de poco más de media hora de un endiablado concierto de los disfrazados Fumaça Preta en la Mucho Teatro, cuarteto brasileño-holandés que bebe tanto del garage como de los ritmos tropicales y que no nos dejó quietos ni un instante. De lo mejorcito visto en el festival con diferencia.

Tras un breve paso para ver a los sevillanos Santacruz, que inundaban El Niño Perdío de rock con su punk-surf inmediato y sin medias tintas, terminamos la fiesta esa noche con The Suicide of Western Culture, que fomentaban las ganas de rave de muchos en una Martina abarrotada a base de ritmos duros e industriales, no carentes de cierta crítica al capitalismo y la economía gracias a sus acertadas proyecciones.

 

Fotos: Javier Rosa

 

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10 de octubre de 2015