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Primavera Club – Madrid (25/11/2011)

8.5
Joy Eslava, Siroco, Sala San Miguel y Circulo de Bellas Artes, Varios aforos
Precio: Varios precios

Hay un concierto celebrado la noche del viernes por el que será recordado esta edición madrileña de Primavera Club. Aunque un rápido vistazo al cartel previsto para ese día nos podría indicar que o bien la masiva acogida de Fleet Foxes en La Riviera o bien el regreso a Madrid de los míticos Superchunk serían los conciertos a recordar, resulta que el gato al agua se lo llevo uno que no entraba en las quinielas.

Se trataba de John Maus, la nueva cabeza visible del lo-fi más synth-pop, que en su corta actuación de media hora había conseguido pitidos y hasta lanzamiento de objetos ante su propuesta de karaoke ruidista, del mismo modo que sus seguidores disfrutaban a rabiar. Para bien o para mal elegimos de antemano no estar allí.

GEM CLUB

El primer concierto del maratón de conciertos estaba una vez más en Joy Eslava con el pop preciosista del dúo Gem Club (trío en directo). Como sustitutos de última hora de The Olivia Tremor Control no los podríamos juzgar jamás, pero si fueron un buen calentamiento para los que se nos venía encima el resto del día.

Su cello y piano se entremezclaba con languidez y preciosismo con unas voces débiles y frágiles. De hecho, las melodías quizás se hicieron algo monótonas entre un manto tan rompible, pero fueron el entrenamiento que esperábamos en su corta actuación.

THANK YOU

En Siroco se dieron cita tres bandas auspiciadas por la unión de la agencia de management Paper and Iron Booking junto a la discográfica Thrill Jockey. La actuación de Thank You, cuarteto de Baltimore, se encajonaba entre el drone de Barn Owl y la interesantísima visión de folk psicodélico de High Places (que nos tuvimos que perder por exigencias de los horarios).

El noise rock de Thank You prometía mucho en directo, a pesar de lo irregular de su reciente «Golden Worry«, pero al final todo quedó en una mera sucesión de guitarrazos y sonidos de sintetizador apenas sostenidos por la pegada de un sensacional baterista. Como el mejor de los ejemplos sirva que en su directo convivieron uno de los más habilidosos a las baquetas de todo el festival junto a uno de los músicos que menos hizo en todo el festival, en manos de un bajista totalmente ridículo que apenas movía los dedos en sus interpretaciones. Tienen un estilo que podría hacerlos verdaderamente interesantes, pero con esa actitud y esa manera de tocar es muy difícil hacer nada notorio en directo.

JEFF THE BROTHERHOOD

El concierto de Fleet Foxes ya había comenzado en La Riviera, con la consiguiente liberación de espacio en el resto de eventos, y aunque pudiese sonar idílico, la actuación de un dúo tan errático como JEFF The Brotherhood programados en un inmenso espacio como la sala San Miguel todo se vuelve demasiado frío.

Allí el par de hermanos pasaron de ser la verdadera esperanza rockera de esta edición – como ya fueran Tweak Bird el año pasado – a ser un auténtico quiero y no puedo. A título personal fueron la decepción del festival, porque sinceramente mis esperanzas en el dúo estaban muy altas y ni ellos pusieron las ganas que se les presuponía ni el público respondió. El pez que se muerde la cola, pero en ambos casos creo que no fue por temazos («U Got the Look», «Heavy Days», …) ni por calidad, sino por un espacio poco apropiado. Que vuelvan a sala pequeña y todos contentos.

SUPERCHUNK

Luego Superchunk pasaron por encima todo lo visto en la jornada, ya no sólo por la cantidad de temas redondos que ha ido dando su carrera sino por la actitud y ganas que uno no siempre consigue ver en un festival plagado de bandas jóvenes. Al final, como ocurrió más adelante con The Pop Group, son los años los que dan más fuerza y ganas.

La banda estuvo muy solvente y completó un repertorio con mucha presencia de «Majesty Shredding» y poca de «No Pocky For Kitty». Podría parecer que con una gira europea de apenas tres fechas se tomarían sus conciertos en Primavera Club como unas vacaciones, pero ciertamente no vimos nada de eso encima del escenario. El final del set con la rabia de «Slack Motherfucker» y la preciosa «Driveway to Driveway» unido a unas perfectas versiones de «Hyper Enough» y «Precision Auto»  como bis fue probablemente lo mejorcito de todo el festival, incluso logrando un breve pogo en las primeras filas.

Si además de todo esto te demuestran que son puro encanto tanto en el escenario como fuera (antes viniendo en Metro y luego paseándose entre la gente para charlar), pues sólo te queda salir de la Carabanchel con una sonrisa de oreja a oreja.

FACTORY FLOOR

Mientras John Maus arrasaba literalmente el Círculo de Bellas Artes otros gozamos mucho de la propuesta electrónica de Factory Floor en un recinto tan recogido y de buen sonido como es la nueva sala Siroco. El trío ya estuvo el año pasado en Primavera Sound, pero repiten gracias a un directo que difícilmente dejará a nadie indiferente.

Si sus comienzos fueron algo más cercanos al post-punk tradicional, lo que ahora nos ofrecen es una especie de psicodelia-electrónica repetitiva y progresiva que verdaderamente cuajó entre los que estábamos en la sala. Si bien estuvieron mucho más interesantes cuando salía la vena noise e industrial de la guitarra de Nik Colk, el concierto nos brindó una de las sorpresas de todo el festival.

HYETAL

El de Hyetal quizás podría haber cuajado mucho mejor como acto previo a Factory Floor puesto que a pesar de lo bailable de su música todos nos dedicamos más a verle tocar los botones de sus maquinitas que a bailar.

Su oscura propuesta de electrónica, dónde cabe tanto el dubstep tan de moda como el electro más easy listening, demostró que se puede llevar al directo una propuesta así de compleja sin que se pierda el aliciente de estar tocando y viendo algo verdaderamente en movimiento. Digamos que consiguió dar otra vida a sus canciones, aunque eso no hiciera que aquello no fuera precisamente la mayor de las fiestas.

COM TRUISE

El paseo de Siroco al Círculo de Bellas Artes a las 3 de la mañana es bastante duro y mucho menos subir los dos mil millones de peldaños que separan el suelo madirleño de la sala de Columnas. Así que alcanzar la cima y toparse con un ambiente enrarecido no fue plato de buen gusto: olor a tabaco, suelo lleno de desperdicios, mucha gente en pésimo estado… Pero Com Truise si era algo digno.

Y es que había ganas de ver cómo iba a defender el neoyorquino Seth Haley una propuesta tan cargada de sintetizadores y graves. Lo primero que nos trajo buenas noticias fue que se hizo acompañar de un batería que, sin ser un prodigio a las baquetas, dotó de otra dimensión a las canciones. Un buen comienzo que fue continuando en una línea demasiado similar y monótona. Quizás será cuestión de que Seth se haga con un repertorio algo más variado, porque la idea era y es muy buena.

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25 de noviembre de 2011