/Crónicas///

Schwarz – Sevilla (01/02/2013)

Alfonso Alfonso, Juanma Martínez, César Verdú
8.4
Luxuria (Malandar), medio aforo
Precio: 8/10 €

Extraño Viernes en Sevilla, de esos en que los que coinciden varios conciertos de interés que hacen que el público se divida según sus inclinaciones: si los más acérrimos del indie patrio optaron por Niños Mutantes, los más aguerridos emprendieron la marcha hacia Cuzo y los más ansiosos por envolvernos en la vanguardia más espacial nos decidimos por unos veteranos en esto de la experimentalidad como son Schwarz.

Abrieron la noche en la antigua Malandar Miraflores. Este conjunto de curtidos locales tuvo la mala suerte de sufrir diversos problemas con el micrófono y las guitarras, teniendo que parar incluso en un par de ocasiones; pero aún así consiguieron poner en pie un buen concierto de rock salvaje, muy en la onda de Nick Cave, los Stooges o hasta Nirvana. Mucha distorsión y un frontman que se dejó la piel en su interpretación.

Nada que ver con lo de que los protagonistas tenían que ofrecer. Inmersos en una continua nube de humo que se expandió por toda la sala, el trío murciano emergió como si de un grupo de muertos vivientes salidos de “La niebla” de John Carpenter se tratase. Ambientación que le viene muy acorde, todo hay que decirlo, a esos tensos y fríos ambientes de ciencia ficción que desprende su última referencia de estudio, “Alquimística”.

Como maestros que son del space-rock contemporáneo, no les resultó difícil crear un mantra rockero y sintético a la vez en pocos minutos. La camaleónica guitarra, conectada a múltiples pedales, de Alfonso Alfonso, nos despistaba y a veces no sabíamos si era ella o los teclados de Juanma Martínez lo que estaba sonando, como sucedió en el caso de “El elefante blanco”. No pudo ser tan hábil, sin embargo, con el micro, conectado a vocoder, que volvió a fallar e incluso llegó a acabar en el suelo fruto de su enfado durante la interpretación de “H6”.

Si la distorsión provenía de Alfonso, la atmósfera venía de Martínez y el ritmo de César Verdú, formando todos juntos la ecuación Schwarz. El teclista se encargó de esas melodías obsesivas que invitan al trance y consiguió mantener el misterio en los momentos de transición de esos temas tan largos y con tantas texturas como son “Alquimix” y “Eurofisión”, a pesar de las molestas charlas de algunos desconsiderados, situados hasta casi en primera fila. Por otro lado, César le marcó el pulso a sus compañeros, compaginando los redobles a la batería analógica con eventuales aportes digitales.

En los tiempos que corren, en los que términos como “kraut”, “psicodelia” o “space” nos salen recurrentemente al mencionar a bandas que afrontan el rock desde una perspectiva más o menos vanguardista, no conviene recordar que Schwarz llevan ya tres lustros en esto y saben cómo enfocarlo siempre de una manera excitante y atractiva. Así que no estaría mal que todos los fans de Lüger y otras bandas del estilo los (re)descubrieran y así tendrían otra banda favorita. Ni que sea por directos tan buenos como este.

 

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1 de febrero de 2013